"No debemos olvidar en ningún momento –cualesquiera sean las diferencias de apreciación– que las opciones que nos ofrece la vida política argentina son limitadas. No se trata de optar entre el general Perón y el arcángel San Miguel. Se trata de optar entre el general Perón y Federico Pinedo. Todo lo que socava a Perón, fortalece a Pinedo, en cuanto él simboliza un régimen político y económico de oprobio y un modo de pensar ajeno y opuesto al pensamiento del país”. Raul Scalabrini Ortiz

jueves, 8 de octubre de 2009

Mil metros de papel


Mil metros de papel por minuto es lo que elabora la máquina construída por Valmet Oy para Papel Prensa SA en 1978. Esa hoja tiene un ancho de 770 centímetros y cada uno de sus muchos metros cuadrados pesan exactamente 48,8 gramos.

Cuando sale de la máquina la hoja es absolutamente lisa, plana e inocente. Es necesario hacer un esfuerzo para imaginar el peso de las palabras que allí van a nacer, y las sonrisas falsas y las líneas intrascendentes, la cuota de sangre,el morbo de las necrológicas, la actividad del hipódromo y las misas, los barcos que llegan y los que se van, el horóscopo, los horóscopos. Acaso un diario no es algo así como un horóscopo que a veces, pocas veces, acierta; pero que la mayoría de las veces te miente y vos contento.

Sobre esos setecientos setenta centímetros de ancho un puñado de señores te ha enseñado a leer y a entender lo que pasa, y lo que pasa - muchas veces - también es lo que ese puñado de señores ( y antes sus padres y después sus hijos) quiere que pase. O sea, la chancha y los veinte. Yo te la hago, yo te la cuento y vos después me comprás la historia como se me cante contártela.

Todo sobre esos mil metros que la máquina prolíjamente armada por buenos y eficientes ciudadanos fineses en aquel lejano milnovecientos setenta y ocho. Los apacibles fineses, enviados a la calurosa y húmeda Buenos Aires seguramente ni salieron de los gigantescos galpones sanpedrinos donde se levanta Papel Prensa, habrán trabajado con dedicación protestante de sol a sol y, quizás algún sábado ya olvidado, combatieron el mal de la distancia mediante el módico procedimiento de encurdarse, algo que en su helado país no merece ni un cuadrito de papel.

Cuándo el último de los fineses se fué, dejando miles de páginas con instrucciones, algunos cientos de envases vacíos, algunas decenas de costillares menos y algún amor, la máquina de hacer papel para diarios empezó a vomitar implacablemente su cinta pálida hasta alcanzar la cifra de tres millones quinientas mil toneladas, casi, casi el peso de dios.

Desde entonces la máquina ha enriquecido a algunos, ha arruinado a muchos, a jugado con el destino de todos y ha construído el mayor poder político del país, a razón de 48,8 gramos por metro cuadrado.

0 se arrimaron al fogón:

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