Esa obsesión llamada "gobierno"
El senador Sanz , aunque sea arduo imaginarlo, alguna vez debió ser joven. Me imagino que habrá ido a una escuela secundaria y habrá visto cómo sus compañeros se preparaban para salir de farra en la semana de la primavera. Y yo me imagino que el no iba. Su obsesión, desde aquel entonces, allá en la provincia de San Rafael, era llegar al gobierno. Como ahora, porque al fin y al cabo - dice el refrán "los labios hablan lo que en el corazón abunda". Quizás eso explique esa amarga mueca permanente en sus labios, quizá no pueda olvidar que en el 2003 perdió la candidatura a gobernador de la mano de Cleto o que hace apenas dos años, siendo candidato a vicegobernador de Roberto Iglesias conquistó apenas el 9,8% de los votos mendocinos. El gobierno, ese sueño tan esquivo.
O tal vez el rictus amargo del senador Sanz se deba a que, por esas ironías de la vida, su esposa se llama Cristina.
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