"No debemos olvidar en ningún momento –cualesquiera sean las diferencias de apreciación– que las opciones que nos ofrece la vida política argentina son limitadas. No se trata de optar entre el general Perón y el arcángel San Miguel. Se trata de optar entre el general Perón y Federico Pinedo. Todo lo que socava a Perón, fortalece a Pinedo, en cuanto él simboliza un régimen político y económico de oprobio y un modo de pensar ajeno y opuesto al pensamiento del país”. Raul Scalabrini Ortiz

domingo, 22 de noviembre de 2009

Ocaña en Paraná, o el éxito de la promoción turística.




Se sabe que los entrerrianos no nos privamos de nada a la hora de promocionar el turismo. Si hay que perforar hasta el centro de la tierra para encontrar termas lo hacemos, si hay que colgar casas de las barrancas lo hacemos sin dudar. Incluso somos capaces de hacer una estatua de doscientos o trescientos metros de altura para recordar el paso del Juan Pablo II, que promete ser un lugar bastante macanudo para matear o suicidarse, con la ventaja adicional dada por el simple motivo que no es lo mismo tirarse desde un puente cualquiera o desde la antena de la policía que pegarse un cocazo desde la palma de hormigón de Wojtyla, lo que debería asegurar ciertas contemplaciones celestiales a la hora de traspasar los límites de la última aduana.

Bueno, a que venía todo ésto?, ah, ya sé. Entonces estamos en eso de la promoción turística, las termas, el turismo histórico o turismo "federal", aunque ningún urquicista se ofende si pagás tus obolos con billetes de veinte mangos, la pezca, los bancos de arena tan interminables que parecen sojales y ese encantador tono humano de la entrerrianía, esa forma característica de expresarse, ese gracejo lleno de fina sensibilidad e  inteligencia, fruto de una sabiduría profunda madurada en el contacto con el sol y todos los verdes, que tan bien expresa Deanyeli, por ejemplo.

Fruto de semejante despliegue de marketin y promociones y promotoras, el movimiento turístico crece sin pausa y así como pocos días atrás nos visitó Alberto Fernández, la semana pasada lo hizo Graciela "la hormiguita" Ocaña, quien lució para la ocasión nuevo corte de pelo, pero la misma cabecita de novia (engañada) de siempre. La ex responsable del sistema sanitario nacional brindó una conferencia en el recinto de los diputados entrerrianos, donde se entrevistó con su presidente, quien fuese por tres veces gobernador Jorge Busti.

Ocaña dijo ser gran amiga de Busti (con quien pudo conciliar agenda) y de Urribarri (con quien no pudo conciliar agenda), y también manifestó ser amiga de Felipe Solá y del salteño Urtubey (aunque seguramente habría que consultarlo a Urtubey sobre la reciprocidad del afecto), entre otros, lo que se dice una versión femenina de Roberto Carlos. La conferencia llevaba por título "Política y Estado en la Argentina de Hoy" y estuvo llena de alusiones a la necesidad de tener verdaderas "políticas de estado",  de reconocimientos por las gestiones de Bachelet y Lula, la envidia por los países serios, la necesidad de no volver a discutir dentro de diez años los mismos temas que discutimos hoy, una convocatoria a volver a los principios fundantes del proyecto kirchnerista del 2004, la lucha contra la corrupción, la inseguridad y otras zarazas por el estilo.

Dijo que la presidenta "es muy inteligente y muy capáz", que es como decirle que es una pelotuda y después se despachó con una frase que nos dejó pensando. Ocaña dijo, mientras las filas del fondo del recinto se vaciaban "Yo voy a seguir peleando por lo que siempre he creído", y nadie se codeó porque había poca gente y esas cosas, viste, siempre quedan mal.

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sábado, 21 de noviembre de 2009

Ficciones de la ruta.



El dueño de la primer estación de servicio del cruce de Gualeguay, como quien va desde Paraná al pago de la Concordia tuvo la mala idea de morirse justo el día antes que pasen decenas de colectivos colmados de peronistas muertos de hambre y de sed, arreados como ganado, que estaban dispuestos a gastarse toda la plata que llevaban encima en gaseosas baratas, cervezas, vinos y peluches con la inscripción "Yo visité Gualeguay" para recuerdo de los numerosos hijos que lo esperan de regreso.

Crepó el mediano empresario petrolero, acostumbrado a atender a los parsimoniosos camioneros que llevan soja al megasilo que está pasando el cruce y se perdió el negocio de su vida, o al menos se perdió el último negocio de su vida. Los reditos de su muerte, además de la viuda y los hijos (que imaginamos estudientes de agronomía en Rosario), se los llevó su más acérrimo competidor, es decir, el otro estacionero del pueblo que se ubicó sobre la margen derecha de la ruta, en el mismo sentido de antes y que tuvo el tino de dejar su muerte para otro día. Porque se sabe que noviembre no es un buen mes para morir. Te morís en noviembre, le cagás la navidad a tu familia, los amigos  y los deudos te putean por el calor y al dueño de la funeraria se le achica el margen porque tiene que poner el acondicionador de aire al mango para mantenerte más o menos presentable.

En la segunda estación bajamos a estirar las patas, pero estacionando como a doscientos metros , distancia imposible de recorrer para éste escriba acobardado por la calor,  la presión baja y la humedá. Así que resolví cambiar la caminata y la compra de unos bizcochos nueve de oro por una inspección del paisaje por los alrededores del colectivo, cámara en mano. Ahí fué cuando lo vi, calculo como a cincuenta metros, haciendo dedo en dirección contraria nuestra, con sus buenas pilchas, un facón considerable en la cintura, una letras de plata (CK) en la faja, un bolso al hombro y un celular convenientemente a mano, todo coronado por un sombrero donde relucía una cinta celesta y blanca. Estudié la situación, busqué un ángulo más o menos apropiado y empecé a dispararle a puro zoom, esperando encontrar alguna imagen más o menos decente.

No sé si lo logré, menos aún cuando en algún momento se dió cuenta que lo estaba fotografiando y el observado pasé a ser yo, entonces pensé que no me convenía la jugada, el tenía facón y yo apenas una navaja de bolsillo, más útil para abrir cervezas que para achurar a alguien. Bajé la cámara pero seguí observando, pasaron no menos de diez toyotas hilux, de esas grandotas, anchas, poderosas, exactamente esas que tanto les gustan a los pequeños y medianos productores, que generalmente llevan una calco con la inscripción "Todos somos el campo". Ninguna lo alzó al gaucho, ninguno de sus conductores lo miró siquiera.

Cuando arrancamos de nuevo, lo pude ver de cerca por un segundo, desde la ventanilla del omnibus, era un tipo duro, un paisano curtido por el campo en serio, de pocas palabras seguramente, tan capáz de usar su facón contra un cristiano irrespetuoso como incapáz de matar un pajarito. Me fuí alejando rumiando un poco la tarde, como quien mira algo sabiendo que va a desaparecer.

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jueves, 19 de noviembre de 2009

El cono del silencio



Estoy pensando en largarme con un microemprendimiento productivo posta. Con un poco de acrílico y un secador de pelos voy a fabricar un dispositivo para garantizar la debida discreción en los diálogos de algunos "dirigentes". Pero tengo dos problemas sin resolver, por un lado la atmósfera cerrada del dispositivo potencia los efectos del alcohol y por otro lado tampoco serviría de mucho porque la mayoría nunca dice la verdad.

Tendré que pensar en otra cosa.

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Alguien lo explicará algún día.


Antes que escribir ésto tendría que haberme ido a dormir una siesta porque anoche llovió y desde hace unos meses ya no duermo cuando llueve como podía dormir antes. Pero tampoco puedo ir a dormir, aunque me caiga de sueño o al menos no puedo ir a dormir sin dejar éstas lineas y ver si encuentro alguna explicación, allá bien al fondo, una razón mínima, una causa, un plan secreto, una estrategia tan fenomenal que no alcanzo a ver desde mi legendaria cortedad, un buen relato o un cuento más o menos convincente o, al menos una buena mentira.

Y no, no encuentro la respuesta, no puedo explicarme, no puedo entender, no veo porqué Nacha Guevara estaba en la lista. Ahora renunció, macanudamente, tal vez sea lo mejor. Yo creo que acabamos de ahorrarnos alguna frustración, esas típicas amarguras que provocan las huídas de los decentes, de los que creen que la película es lo mismo que la realidad. Una pena, tal vez ella no se merezca todo ésto.

Ojalá alguien, alguna vez, pueda explicar esas candidaturas de cartón.

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miércoles, 18 de noviembre de 2009

Marce, Feli, pongan el bracito...



Los legisladores aprobaron la denominada Ley de ADN con 57 votos a favor y uno en contra. La norma autoriza a la Justicia ordenar la obtención de ADN de imputados o víctimas de violaciones a los derechos humanos , más allá sus voluntades. La Cámara de Senadores convirtió en ley, con una mayoría contundente, los proyectos de derechos humanos que autorizan a la Justicia ordenar la obtención de ADN de imputados o víctimas, más allá sus voluntades.

En un extenso debate, los legisladores aprobaron la denominada Ley de ADN con 57 votos a favor y uno negativo, gracias al respaldo en general de todos bloques opositores a excepción del senador por Salta Agustín Pérez Alsina.

La norma modifica el artículo 218 bis del Código Penal para permitir que el juez ordene el secuestro de objetos que contengan células desprendidas del cuerpo de personas de las que se sospeche que su identidad fue alterada. El proyecto establece que el juez que intervenga en causas por violaciones a los derechos humanos "podrá ordenar la obtención de ADN del imputado o de otra persona, cuando ello fuere necesario para su identificación o para la constatación de circunstancias de importancia para la investigación".

"Para tales fines, serán admisibles mínimas extracciones de sangre, saliva, piel, cabello u otras muestras biológicas, cuando no fuere de temer perjuicio alguno para la salud de la persona", afirma el texto. A la vez, faculta a la Justicia para "ordenar la obtención de ADN por medios distintos a la inspección corporal, como el secuestro de objetos que contengan células ya desprendidas del cuerpo, para lo cual podrán ordenarse medidas como el registro domiciliario o la requisa personal".

La discusión se centró fundamentalmente en la forma judicial de conseguir las pruebas de ADN debido a que los opositores a la iniciativa cuestionaron la "contradicción con el sistema penal argentino". Sin embargo, la norma contó con un fuerte respaldo legislativo, y a pesar de haber tenido esa impronta llamó la atención la ausencia de representantes de organismos de Derechos Humanos en los palcos del recinto, a diferencia de la aprobación en Diputados.

El presidente de la Comisión de Justicia y Asuntos Penales, Rubén Marín, defendió la medida del oficialismo al relativizar los derechos de los victimarios por sobre los de los familiares de las víctimas. En ese tren, comparó el derecho que tiene el Estado para realizar controles de alcoholemia a los conductores de autos en el marco de la seguridad vial.

El jefe de la bancada kirchnerista, Miguel Ángel Pichetto, afirmó que la propuesta de obtención de ADN "es una propuesta moderada, prudente y razonada que deja en las manos del juez la decisión final".

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lunes, 16 de noviembre de 2009

Las sombras de la Estancia Santa Elena


Los diarios de ayer incluyeron en la sección policiales la triste noticia de la muerte de la familia de Rubén Oscar Salas, su esposa Fabiana González y sus tres hijos menores de edad, Federico, Gilda y Tiago. Rubén Salas era peón de tambo (empleado rural le dicen ahora) de la Estancia Santa Elena de Inchauspe y ocupaba una casita de un ambiente en el casco de la estancia, allá en el pago de Cambaceres. En esa piecita Rubén y Fabiana vivieron, soñaron, amaron y murieron cuando la garrafa se prendió fuego. Una piecita para los cinco, una piecita para los bártulos, para la cocina, para cambiar pañales, para pasar las heladas. Una piecita para el peón de la Estancia Santa Elena.

La misma estancia cuyos propietarios nos aleccionan sobre nuestras responsabilidades éticas, desde su página en internet:


"Todos y cada uno de los hombres, y las sociedades que ellos forman, tienen la responsabilidad ética de velar por el bienestar de sus semejantes. Quienes estamos dedicados a la producción de alimentos, hacemos de esta responsabilidad un deber prioritario en el mundo actual. Nuestra actividad con la raza Limousin es un aporte constructivo a la producción ganadera argentina. El material genético que ofrecemos contribuye al mejoramiento cuantitativo y cualitativo de la carne que se ofrece al país y al mundo. Estamos empeñados en llevar este aporte más allá de nuestras fronteras".
La casita donde se murieron Oscar y Fabiana y sus chicos seguramente vale mucho menos que un toro de la estancia. Seguramente vale mucho menos que los pagos y beneficios que el Estado le hizo a sus dueños aquí, aquí, aquí y aquí.  Seguramente la casita era tan chiquita que pasó desapercibida a los inspectores de la UATRE, tan afanosos y dedicados para tomar el té con los patrones.


Desconfío que los curas que acudieron prestos a los piquetes del campo para ver si se congraciaban con la limosna sojera se acuerden de rezar por Oscar y por Fabiana y por sus tres seguros angeles, ni me importa; tal vez éste post nocturno sirva como oración fúnebre para ellos y para nosotros.

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jueves, 5 de noviembre de 2009

Abelardo Ramos despide a un hombrecito gris.


Retomo el blog luego de unos días. Siempre con el acento amable y el tono republicano que nos caracteriza hemos invitado al compañero Jorge Abelardo Ramos para que le dedique unas palabras al señor de la foto, a quien lloran sus amigos, las solteronas profesoras de piano, los vendedores de revistas de divulgación histórica, sus correspondientes lectores y la Academia de Historia, organismo especializado en archivología y escondrijos.

NEO-ACADEMICO EMBUSTERO Y EMBROLLON

El periodista radical Félix Luna, ha reunido méritos a lo largo de muchos años, en la deformación y falsificación de la historia argentina, para ser elevado a la categoría de historiador y miembro de la Academia Nacional de la Historia. Con esta palabra de "elevar" estoy en duda. No sé si se debería de emplear el vocablo "elevar" o habría que escribir " descender", al juzgar tal presunto honor. Y digo que estoy en duda porque jamás a la Academia se le ocurrió conferir semejante título a J. E. Pérez Amuchástegui, ni a Raúl Scalabrini Ortiz, ni a Arturo Jauretche, ni a José María Rosa, ni a Fermín Chávez, notables estudiosos y reveladores de la historia nacional. ¿Y qué meritos habrá acreditado este neo-académico para ingresar a la augusta corporación?. No es difícil averiguarlo. A los académicos corrientes les incomoda meterse con la historia contemporánea. Prefieren las monografías mas o menos remotas, aspectos parciales de un periodo definido, estudios e investigaciones lo mas alejadas posible de los procesos próximos. Dice que lo hacen para tomar distancia y mantener la objetividad científica. Pero son puras macanas, si se me permite el uso de un término que el uso ha sancionado. Temen complicarse la vida con los acontecimientos cercanos y mostrar la cara. Esto no ocurre con Luna. Su especialidad es la historia de una o dos generaciones atrás y su doctrina es la de un antiperonismo que no disimula jamás.

Ningún historiador "serio", tan gorila como Luna, se atrevería a meterse en tales honduras. Pero todos los académicos se relamen con los relatos de este riojano vendido a los porteños. En tiempos de Vélez Sarsfield y de Sarmiento, se llamaba a los provincianos entregados a la causa del Puerto, los "alquilones".- Luna, por su propio esfuerzo, ha logrado ocupar un lugar destacado entre los "alquilones" y se lo premia por ello. El propio Luna ha dicho que su tarea ha sido realizar un periodismo histórico de divulgación. Cabe preguntarse que es lo que ha divulgado. No solo en sus libros, sino ante todo en las colecciones de fascículos de gran circulación, editados por empresarios atentos al lucro, mas que a la verdad, en particular la "Historia gráfica de la Argentina contemporánea", puede advertirse la desfiguración sistemática del período correspondiente a los gobiernos de Perón.

Luna ha servido con admirable docilidad a los grandes patrones de la historia oligárquica y a los consumidores banales de las clases medias semi-letradas. No me detendré en detalles sobre esta grosera patraña de gran tiraje. Solo recordaré que cuando Alcides Arguedas publicó su "Historia General de Bolivia", por cuenta y orden de Simón Patiño, el sangriento magnate de la minería boliviana, el gran poeta Franz Tamayo escribió un artículo que comenzaba así: "Tu Historia son historias".

Refiriéndose a historiadores locales semejantes, Jauretche los calificó alguna vez con una de sus características ocurrencias: "historiadores con cama adentro". Tales ejemplos vienen a mi memoria al hojear un libro de Félix Luna titulado "Breve historia del pueblo argentino". Me llamó la atención la parte de verdad contenida en el título. En efecto, es breve. En cuanto al resto nadie podría apropiarse de las ideas históricas de Luna. No existen, si entendemos por ellas una percepción inteligible del proceso que han vivido los argentinos hasta el presente. Domina en el texto una melodía que recuerda a Mitre, a Levene, a Grosso, a Halperin Donghi y a los más recientes autores de manuales del bachillerato.

La doctrina del liberalismo portuario, y un amargo rencor contra Perón y el peronismo, así como una ansiosa disposición a resultar grato a "La Nación", distinguen el volumen, liso y yerto, sin aristas, propio de la prosa del autor, y apto para el gusto poco refinado del pequeño burgués deshidratado de esta época. Se me perdonará tan extenso introito. Pero el lector debe saber que me hubiera ocupado del libro, ( carece de sustancia, como leche de burra, de no haber encontrado por azar una referencia difamatoria que me toca y que reitera otras destiladas por la pluma indiestra de Luna en anteriores ocasiones. Este autor no despertó nunca mi atención, excepto como recolector de anécdotas un tanto escabrosas de la vida íntima de Roca, de Farrell o de Alvear, que prestan color a cualquier historia verdadera, aunque no la sustituyen.

Mas bien valoro a Luna como autor de excelentes letras para la música de Ariel Ramírez. Creo que es su verdadero oficio. Es penoso que haya trasladado a la historia su vocación cantora, lo que puede entenderse si se recuerda a Oscar Wilde cuando decía que el arte es una mentira, que no puede ni debe reflejar la realidad como un espejo, sino concebir otra realidad. Precisamente es lo que hace Luna cuando se propone escribir libros de historia. Luna afirma en el libro mencionado que en el enfrentamiento de Perón con la Iglesia, (1954) yo escribí en el diario "Democracia" una sección injuriosa titulada el "obispero revuelto", donde se vejaba sin límite a los obispos. Eso es falso. La metodología científica de Luna, consistente en recoger murmuraciones y material oral imprecisable no es historia sino chismografia. Pero le ha ido bastante bien, a juzgar por la venta de sus productos. Lo curioso es que esa sección escandalosa la escribían algunos periodistas sin definición ideológica, pero también algunos de ellos eran radicales, que trabajaban en el diario oficial del Presidente. Lo hacían como profesionales.

Su larga experiencia había transcurrido bajo empresas distintas. En todas ellas se habían adaptado a la línea del diario, fuera la "La Nación" de los Mitre, "La Razón" de los Peralta Ramos, "Crítica" de Natalio Botana, "Noticias Gráficas" de Agusti, "La Prensa" de la familia Paz o la que fuera. La suerte los llevó a "Democracia", de Perón. En cuanto a los redactores verdaderamente peronistas de "Democracia", eran muy pocos y diría que se trataba de hombres intelectualmente calificados, algunos de ellos católicos, que precisamente veían con malestar el conflicto con la Iglesia y que no eran los más indicados para echar leña al fuego. A los que hacían el "obispero revuelto", por el contrario, el asunto los divertía.

Eran indiferentes, como casi todos los radicales, a la problemática religiosa. En la agitada vida política del país. Los periodistas de profesión de aquella época (para no hablar de la actualidad) pasaban de un medio a otro, según tengo dicho. Y escribían lo que les ordenaban escribir. Cuando mudaban de diario o radio, mudaban de ideas. Ellos ponían (como hoy) la prosa periodística, pero las ideas las ponía el patrón del diario. Recuerdo cuando cayó Perón y se refugió en una cañonera paraguaya, se vio que el diario "Democracia" iría a cambiar de manos. Algunos periodistas decentes, políticamente peronistas, como Valentín Thiebaut, renunciaron.

Otros, que por caridad no quiero nombrar, dijeron que eran "profesionales", aunque también eran peronistas, y se quedaron. Hubo uno, un fino y laureado poeta, Santiago Ganduglia, que esa tarde me comentó: -Yo me jubilo, me voy ahora mismo. Ya estoy cansado de pasarme. Me explicó que en su larga vida periodística, como editorialista, había tenido que escribir opiniones diversas y aun opuestas, de acuerdo al diario que le tocaba. Era una maldición gitana y ya no quería seguir. Yo no era redactor del diario "Democracia" sino colaborador externo, aunque asiduo y solo escribía artículos firmados con un seudónimo, que era "Víctor Almagro". La crisis era muy grave y de ambos lados se tendía a desnaturalizar el debate.. Al General Perón, por lo común tan lúcido y realista, se lo veía perturbado y fuera de sí. A su vez, no pocos obispos y gran parte de la iglesia parroquial, habían perdido el sentido episcopal de la prudencia. Por ambas partes la lucha sobrepasó el interés mutuo, en provecho de los adversarios comunes.

Fue un episodio absurdo, que concluyó con la victoria de la partidocracia y la sinarquía. Fue el triunfo de los amigos de Luna, masones, conservadores, izquierdistas portuarios y enemigos del pueblo, la Nación y la Iglesia. Después de la caída de Perón, que Luna aplaudió y festeja en todos sus libros, los protagonistas se sumieron en hondas cavilaciones sobre el azar de la historia. Mi participación en esa lucha cruel, que culminó el 16 de junio con el intento de asesinato de Perón en la Casa de Gobierno y el bombardeo aéreo de la plaza de Mayo, consistió en una serie de artículos, grotescamente titulados por los secretarios de redacción (algunos radicales) en los cuales describí la historia de las relaciones de Roma con Estado Nacional, desde los tiempos napoleónicos, el Imperio de Bismarck, la unidad italiana y el conflicto con el General Roca a fines del siglo pasado.

En 1955 era la Iglesia preconciliar la que enfrentaba a un Perón extenuado y solitario, una Iglesia que gracias a los grandes teólogos que rodearon a Juan XXIII, mudaría su actitud al identificarse con el Tercer Mundo, postular la unidad de América Latina y poner en cuestión la eternidad del capitalismo y la justicia de su sistema. Los artículos mencionados volvieron a ser publicados un par de años mas tarde, cuando los reuní- bajo mi nombre con el titulo genérico de "De Octubre a Septiembre", editado por Peña Lillo y en plena Revolución Libertadora.

Lo que digo con el pico lo sostengo con el cuero. En el actual retorno del más descarado cipayaje, Luna ocupa un lugar de privilegio. Pero los fusilamientos de militares peronistas en la Penitenciaria de la calle Las Heras y la masacre de obreros en el basural de José León Suárez, en 1956, ejecuciones apoyadas por el partido al que pertenece Félix Luna, son la mejor prueba de la veracidad del neo-académico y del nivel científico de la corporación que ahora lo acoge en su amoroso seno.

Jorge Abelardo Ramos




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