"No debemos olvidar en ningún momento –cualesquiera sean las diferencias de apreciación– que las opciones que nos ofrece la vida política argentina son limitadas. No se trata de optar entre el general Perón y el arcángel San Miguel. Se trata de optar entre el general Perón y Federico Pinedo. Todo lo que socava a Perón, fortalece a Pinedo, en cuanto él simboliza un régimen político y económico de oprobio y un modo de pensar ajeno y opuesto al pensamiento del país”. Raul Scalabrini Ortiz

lunes, 21 de septiembre de 2009

Casi sin darme cuenta.


El cuatrocientos (400) es el número natural que sigue al 399 y precede al 401. Es el cuadrado de 20. Un círculo se divide en 400 grados, que es igual a 360 grados y 2π radianes. (Grados y radianes son las unidades de SI aceptadas). 400 es un número en base 10, ya que no hay entero que añade a la suma de sus propios resultados en 400 dígitos. Por otra parte, 400 es divisible por la suma de su propia base de 10 dígitos, por lo que es un número de Harshad.


Upalala!, cuántas cosas sobre el 400. Pero ningún saco que me guste ché. Yo quería decir algo sobre el cuatrocientos porque éste que estás leyendo es el post número cuatrocientos de esta bitácora de enfermo sin remisión. Es una tarde demasiado hermosa para escribir algo más o menos decente, si es que esto último fuese posible - finalmente - aunque sea una vez. Pero lo dudo. Aquí no hubo ni habrá de esas cosas, ni en éstos primeros cuatrocientos borradores, ni creo que las haya en adelante. Para leer cosas buenas, escritas correctamente tendrás que buscar por otros lados, aquí solamente te ofrezco unas filigranas desprolijas, líneas que pintan para la hondura y terminan flotando con la resaca en la playa, unas combinaciones de fachada pretenciosa y hueca, unos títulos decentes - acaso porque nos hubiésemos sentido más cómodos tomando un vino con Eduardo Mallea que con el señor que veía tigres amarillos. Es lo que hay muchachos. Cuatrocientos escritos no son gran cosa, la verdad que no. Igual es mucho si miro para atrás y me acuerdo que uno de mis abuelos no sabía leer ni escribir o que el otro de los abuelos leía el diario del domingo como si fuera una fiesta. Es bastante poco si pongo estos post al lado de los innúmeros tomos de libros de actas que mi viejo ha escrito a lo largo de su vida, con veracidad superior a la del mejor de los escribanos. Si yo hubiese escrito libros de actas... cuántas confusiones en el orden de la historia!. Cuatrocientos post son bastante pocos o no, vaya uno a saber. Ahí están los que se escribieron en esas noches de bronca, como un argumento bastante efectivo contra el insomnio, molestando con el tiquitiqui del teclado cerca de la cama, mientras Silvia se me adelanta en el sueño. Hay algunos de fin de semana, fotos de la semana, los post electorales y los post post-electorales (que fueron tan difíciles de escribir), están los post con nombre y apellido, aquellos que tal vez alguna vez me arrepienta de haber escrito, pero por ahora no. Cuando termine éstas líneas desordenadas habrá quedado atrás el cuatrocientos y vaya uno a saber lo que queda por delante, cuántas palabras habrá que desempolvar y tejar y labrar. Cuántas horas más de tiquitiqui a dos dedos, cuántas cosas más habrá que mirar pensando "voy a escribir algo sobre eso" sabiendo que al instante lo olvidaré para concentrarme en terminar un heladito de menta granizada. Por suerte está el blogrroll y los comentarios (que casi nunca contesté) y algunos kilometros de ruta y algunos abrazos nuevos que encontré por escribir éstas pequeñisimas cuatrocientas cosas, casi sin darme cuenta.


1 se arrimaron al fogón:

Silvia Ca 22 de septiembre de 2009, 0:04  

a Ud le queda mucho para escribir/decir y a nosotros mucho para disfrutar, reflexionar y putear juntos.
felicitaciones y por 400 mas!! saludos a la tocaya que lo banca!

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