Una amenaza del pasado que agrede nuestro futuro
Los abajo firmantes queremos llamar la atención sobre la radicalización política de las entidades rurales, en la que se percibe la pretensión de un país para pocos, fundado en anacrónicas desigualdades. Una reflexión que es pertinente realizar, debe llevarnos a recordar las alteraciones constitucionales como la que hace treinta y dos años asoló a nuestro país y nos hizo retroceder a niveles insospechados de negación de derechos y degradación económica y social. Hubieron entonces movilizaciones agrarias que contribuyeron a abonar los climas golpistas del 76.
Esos movimientos políticos mantenían similares aspiraciones corporativas por parte de algunos sectores agropecuarios, que ahora esperamos que sepan apartarse de estos vituperables sinónimos con el pasado. Los argentinos hemos aprendido con dolor, la necesidad de sostener sin concesiones un marco democrático e institucional estable y de generar de modo simultáneo condiciones de crecimiento económico con esfuerzos crecientes de distribución igualitaria de la renta. Los reclamos de un sector, por importante que sea su contribución a la economía, no pueden ejercerse por sobre el interés general de la ciudadanía y de la nación. Resulta inaceptable que núcleos minoritarios en el interior de la producción rural, nostálgicos de pasadas dictaduras, pueda pretender una confrontación extrema contra políticas que tienen un fundamento económico y social indiscutiblemente democrático.
Llamamos a los sectores que representan al campo con trabajo e inversión, a rechazar e impedir la inscripción de sus demandas en el viejo proyecto oligárquico de una Argentina de exclusión y a retomar la gestión de sus
intereses por los caminos institucionales que desea el pueblo argentino.
Con una alta rentabilidad que tiene clara relación con políticas públicas que les permiten aprovechar en forma adecuada el escenario internacional favorable: refinanciación de deudas por el Banco Nación, dólar alto, gasoil subsidiado, apertura de nuevos mercados, etc., los sectores que representan al campo con trabajo e inversión deben rechazar la inscripción de sus demandas en el viejo proyecto oligárquico de una Argentina de exclusión y a retomar la gestión de sus intereses por los caminos institucionales vigentes para todo el pueblo argentino.
La Nación somos todos: vive en la agro-ganadería y la industria; en el campo, en los conurbanos de nuestras
ciudades, en la ciudadanía toda, en los hombres y mujeres del pueblo que aún esperan las reparaciones que merecen y en la Constitución que expresa y resguarda la
soberanía popular.
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