"No debemos olvidar en ningún momento –cualesquiera sean las diferencias de apreciación– que las opciones que nos ofrece la vida política argentina son limitadas. No se trata de optar entre el general Perón y el arcángel San Miguel. Se trata de optar entre el general Perón y Federico Pinedo. Todo lo que socava a Perón, fortalece a Pinedo, en cuanto él simboliza un régimen político y económico de oprobio y un modo de pensar ajeno y opuesto al pensamiento del país”. Raul Scalabrini Ortiz

martes, 1 de abril de 2008

LA SITUACION DEL SECTOR

Algunas reflexiones sobre la situación actual del sector
En este contexto de planteos y reclamos airados del campo es bueno mirar la situación en perspectiva para tener un enfoque más general y poder evaluar la situación actual del sector y su evolución reciente.
Resulta paradójico que el sector que hoy está cortando rutas y afectando el desarrollo de las actividades productivas sea uno de los que más crecimiento tuvo en los últimos 4 años.
Todos los indicadores de la actividad agroindustrial son contundentes para graficar la evolución positiva del sector en los años recientes:
Esta realidad contrasta notablemente con la que vivían los productores en la década del 90. En aquel momento, las preocupaciones centrales del sector eran la falta de rentabilidad y la situación de endeudamiento.
En los años recientes y gracias a las políticas micro y macroeconómicas desarrolladas por el Gobierno, el sector se expandió fuertemente y es algo que celebramos. Sin embargo, se vuelve necesario promover un crecimiento equilibrado de todos los sectores de la economía, para evitar que los beneficios extraordinarios de un sector no afecten adversamente a otros sectores, especialmente aquellos más postergados.
En este contexto, es útil hacer algunas reflexiones adicionales en relación con la situación del sector.

La inflación de alimentos es un fenómeno a nivel mundial.
Las medidas anunciadas son una herramienta eficaz para desacoplar el efecto de la suba de precios internacionales de los alimentos (“agflación”) sobre los precios locales. En un país que aún tiene un quinto de su población por debajo de la línea de la pobreza, muchos de los cuales hace varias generaciones que están en esta situación, es necesario controlar y regular el impacto de la suba de los precios internacionales sobre la canasta consumida por cada uno de los argentinos, pero principalmente por aquellos de menores recursos.
Téngase en cuenta que por cada punto porcentual que se incrementa la canasta básica alimentaria, prácticamente 150 mil personas pasan a estar por debajo de la línea de pobreza y 30 mil en situación de indigencia.
La agflación está afectando cada vez más a una mayor cantidad de países y ha obligado a los gobiernos a intervenir y fijar controles de precios:
En Egipto hubo fuertes protestas (con muertos) y 7 días de paro luego de la suba del pan (+35%) y el aceite (+26%).
En México, se produjo una crisis por el alza de la tortilla de maíz (+10% en el último año) y el gobierno se comprometió a garantizar el precio de los productos básicos (leche, pollo, carne y huevos).
En Italia, hubo una huelga para protestar por el alza del precio de la pasta.
En China los precios de los alimentos aumentaron 18,2% en enero de 2008, llevando la inflación general a 7,1%, la más alta en 11 años. Frente a una reciente oferta de aceite publicada por el supermercado Carrefour hubo 3 muertos.
En Argentina, el esquema de retenciones combinado con un sistema de compensaciones aplicada sobre ciertos insumos y productos esenciales ha sido un mecanismo eficaz para evitar alzas en los precios, especialmente de los alimentos que consume los sectores de menores recursos.
Si se eliminaran las retenciones y las compensaciones, el efecto sobre los precios sería muy significativo. Por ejemplo, el precio de los aceites de girasol y soja se multiplicaría por 3, el pan aumentaría 25%, la leche en el orden de 60% y la carne y el pollo subirían aproximadamente 50%.
El impacto estimado de este ejercicio sobre el índice de precios al consumidor sería de entre 8% y 10%, es decir casi el equivalente a la inflación de todo un año.

Incremento de precios de los productos alcanzados y alícuotas aplicables
Los gráficos muestran la evolución reciente de los precios de los cereales y oleaginosas. En todos los casos se aprecia una espectacular suba en los últimos meses:
Con el nuevo esquema de retenciones -y considerando precios promedio de febrero de 2008- el precio neto que percibe el productor es equivalente al de principios de 2008 para soja y girasol y es el más alto en términos históricos para en trigo y maíz (donde la retención es más baja).
Asimismo, si se hiciera el análisis de la evolución de precios desde el momento en que los productores deciden la siembra de esta campaña (octubre 2007), los precios netos de retenciones subieron 25% para la soja y 19% para girasol.
La evolución reciente de los precios demuestra lo positivo del esquema de retenciones móviles anunciado. Ante caídas de precios que afectan negativamente al productor, las retenciones bajan. Eso es justamente lo que se buscaba con el esquema: que en escenarios adversos de precios el peso de las retenciones fuera menor.
Cabe destacar que el precio internacional de la soja y el maíz se redujo la última semana, 10% y 1,5%, respectivamente. Esto implica una caída en los DE con respecto a los anunciados el 11 de marzo.
Soja estaría en 40%, sólo 5 pp más alta que antes de la suba y 4 pp más baja que la anunciada.
Maíz es 23%, 2 pp más baja que antes de la suba.
Trigo es igual.
Girasol es 40%, 1 pp más alta porque el precio ha subido
Si se hubiera anunciado un esquema fijo, el productor de soja estaría pagando 44% de retención. Como el precio cayó más 10% desde el día del anuncio ahora paga 40%. Esto equivale a un ahorro para el productor de aproximadamente $60/tn. Y si los precios continuaran cayendo, la alícuota acompañaría la caída, mitigando los efectos de la baja sobre el productor. Lo mismo se observa en el caso del maíz. Los precios caen y las retenciones bajaron 2 pp respecto de las vigentes antes del anuncio.
Este es un esquema que genera previsibilidad. Los productores pueden conocer cuál será la alícuota vigente para todos los escenarios de precios. Y se ven protegidos frente a escenarios malos de precios. Antes del cambio, no estaban cubiertos ante eventuales caídas de los precios.

El aumento de los DE a la soja es anti-inflacionario
A pesar de que la soja es una oleaginosa que se consume poco en el mercado local, el incremento de su precio impacta directamente en el valor de las tierras en las que se cultiva, lo que genera un aumento en los valores de arrendamiento de la tierra, afectando la rentabilidad de las restantes actividades agropecuarias.
El alza de las retenciones a la soja provoca el efecto inverso, es decir, permite que sean rentables otras actividades que antes no lo eran vía el abaratamiento del insumo principal en la producción agropecuaria: la tierra. En el caso de las tierras dedicadas a tambos, los arrendamientos se pagan en quintales de soja, por lo que la baja del precio de la soja permite una reducción de los costos de la actividad tambera.
El costo de alquiler de un campo oscila entre 15 y 18 quintales de soja.
Antes del cambio de esquema, el alquiler generaba un ingreso para el arrendador de aprox. $ 1.870/ha (17 qq a $ 110 por qq). Ahora el ingreso es del orden de $ 1.530/ha (17 qq a $ 90 por qq).
Para el propietario de un campo de 100 has, el ingreso actual por alquilar el campo por campaña es de $ 150.000, con un riesgo limitado.
En este momento los campos pampeanos superan en dólares el precio de las mejores tierras productivas de Estados Unidos. Cuanto más crezca su precio, mayores estímulos habrá para producir sólo soja por los márgenes de rentabilidad y menor riesgo que se obtienen con su producción, en lugar de los alimentos que se consumen en el país, impactando directamente en los precios de estos bienes.
Por otra parte no es menor la importancia de la soja en la participación de productos que componen la canasta básica argentina y que se abaratarán con la suba de retenciones:
Suplementos alimenticios para engorde de vacas, pollos y cerdos.
Aceite de Soja
Helados
Galletitas
Pintura con base oleaginosa
Snacks

Medidas directas e indirectas que benefician al sector
La actividad agropecuaria se beneficia de manera directa e indirecta por algunas acciones concretas llevadas adelante por este Gobierno:
Subsidio sobre el precio de gas oil
En el 2003 el precio de este combustible en Argentina, Uruguay y Brasil rondaba los 0,50 dólares/litro. Entre ese año y 2007, el precio del gas oil se duplicó en Uruguay y Brasil, mientras que en Argentina se incrementó en menos de 5% debido a la política de subsidios.
Retenciones sobre exportaciones de petróleo que hacen que el precio equivalente interno sea de US$ 42 el barril.
Intervención en el Mercado de Cambios (aprox. US$ 4.000 /año) para sostener el nivel del tipo de cambio. Si no se realizara dicha intervención, el nivel del tipo de cambio se apreciaría afectando la rentabilidad del sector.
Ello se observa en el caso de Brasil, que tiene un tipo de cambio de R$ 1,73 por dólar. De acuerdo al análisis de rentabilidad relativa, el productor de soja en Argentina tiene un retorno que es 16% más alto que el equivalente promedio en Brasil.
Fomento del sector agrícola e infraestructura. Entre otros:
$600 M. en obras de infraestructura (PROSAP)
$500 M. para agricultura familiar por vía del Programa Social Agropecuario.
$200 M. del Plan Ganadero
$50 M. del Programa de Desarrollo del Noreste (PRODERNEA) y $15 M. del Programa de Desarrollo del Noreste (PRODERNOA)
$400 M. Fondo Especial del Tabaco

Valuación fiscal versus valor de mercado de las tierras
El valor de mercado por hectárea de los campos tuvo un importante aumento en los últimos años. En la zona maicera y sojera (Pergamino, Rojas, Colón, etc.) pasó de US$3.950 en el año 2003 a US$9.167 en 2007 (+132%) y la de Invernada (que cada vez más es reemplazada por la soja en partidos como Trenque Lauquen, Rivadavia y Gral. Villegas) pasó de US$1.525 en 2003 a US$4.283 en el año 2007 (+181%).
Sin embargo, el valor fiscal de las parcelas para el pago del impuesto inmobiliario rural no fue actualizado (en promedio creció menos del 1% entre esos años). Esta disímil evolución hizo que el valor fiscal, históricamente retrasado, se redujera drásticamente al pasar a representar alrededor del 10% del valor de mercado:
En la zona maicera y sojera pasó del 23% al 10%, en la triguera del 25% al 10%, en la de Invernada (ahora sojera) del 18% al 7% y en la de cría del 31% al 13%.
Adicionalmente, distintos análisis indicarían que hay un alto grado de informalidad en el sector.

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