"No debemos olvidar en ningún momento –cualesquiera sean las diferencias de apreciación– que las opciones que nos ofrece la vida política argentina son limitadas. No se trata de optar entre el general Perón y el arcángel San Miguel. Se trata de optar entre el general Perón y Federico Pinedo. Todo lo que socava a Perón, fortalece a Pinedo, en cuanto él simboliza un régimen político y económico de oprobio y un modo de pensar ajeno y opuesto al pensamiento del país”. Raul Scalabrini Ortiz

martes, 1 de abril de 2008

FORTALECER EL PROGRAMA NACIONAL Y POPULAR

EN ESTA ETAPA CRUCIAL PARA EL RUMBO INICIADO EN 2003

El paro agropecuario, -en realidad un lockout patronal que se ha planteado como objetivo establecer un verdadero "sitio" sobre la población de las grandes ciudades y sobre todo del área metropolitana bajo la amenaza cierta de desabastecerla de lo indispensable para la vida-, se está transformando en una bisagra histórica respecto del proceso político abierto luego de la crisis de 2001 y de la llegada de Kirchner al poder en mayo de 2003.



Con toda probabilidad, el actual conflicto sea el primero de una larga serie enmarcada en un proceso de puja distributiva de largo aliento que se abre de aquí en más. En este sentido, tiene el carácter de bisagra, de parte aguas, y su naturaleza profundamente política emerge con inusual nitidez. ¿Debe el Estado intervenir en la economía para obtener objetivos sociales superiores? ¿Cómo y cuánto deben compartir los sectores privilegiados la renta que obtienen de su propiedad privada? ¿A qué clase de programas y proyectos –por ejemplo la reconstrucción ferroviaria y vial, la modernización de la infraestructura de los centros urbanos- debiera destinarse la acumulación fiscal proveniente de la renta agraria? ¿Cómo seguir sustentando los actuales niveles de crecimiento económico mejorando la calidad del trabajo, los niveles salariales reales, el acceso a servicios públicos más eficientes para todos? O por el contrario, comenzar un proceso de desestatización de la economía, volviendo a las formas "pro mercado" y librecambistas que, siguen sosteniendo -todavía embozada y disimuladamente- los ideólogos neoliberales, son las que generan y distribuyen la riqueza de modo automático. La conflictividad de estas concepciones contrapuestas asumió formas y generó alianzas que componen un nuevo escenario y expresan una dinámica de legitimación inusual.

Las imágenes y discursos que tuvieron espacio – y se constituyeron en explicación – en estos días en los medios de comunicación dejan claro que se requiere articular y movilizar una alianza social amplia, organizada y lúcida, en lo cultural y en lo político para garantizar un resultado favorable ante el complejo desafío planteado al rumbo inaugurado en 2003.

Por qué a la Plaza

Hoy convocamos a todos los sectores sociales que comparten los objetivos políticos generales del Gobierno a apoyar el proceso abierto en 2003 con su presencia en la Plaza.

La agudización del conflicto con el agro polariza posiciones. Como suele ocurrir con los procesos de agudización de contradicciones, la cristalización de los bloques en disputa impide discernir matices y temas de mayor alcance. A veces, la imposibilidad de acordar de modo completo con una posición impide tomar partido cuando más decisivo resulta hacerlo, o genera posicionamientos viscerales y poco meditados que le hacen el juego al sector que se dice enfrentar.

Mirando nuestra historia reciente, nos convocamos todos los que rechazamos la consolidación de un bloque reaccionario que añora llevar al país a los modelos más salvajemente antipopulares de nuestra historia -el programa de 1955 y su versión de 1976 sigue siendo el corazón ideológico de entidades como la SRA o CRA-.
Mirando al futuro, nos convocamos todos los queremos apoyar, fortalecer y enriquecer este gobierno frente a los desafíos que encarará indefectiblemente cuanto más se proponga avanzar en el programa popular y distribuir riqueza a favor de los más débiles, afectando intereses poderosos.

Realizamos esta convocatoria sin dejar de ser concientes de las oportunidades perdidas y de las limitaciones de organización política y de articulación social y cultural de las mayorías populares que acompañan el rumbo general trazado por el Gobierno Nacional.

Quienes creemos en la necesidad histórica de redistribuir el ingreso, de generar una sociedad más justa, un Estado nacional moderno y capaz de arbitrar limitando a los poderosos, quienes creemos en la construcción de un país realmente pacificado sobre bases de equidad, justicia e integración social, el Martes 1 de abril tenemos que estar en la Plaza de Mayo.

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