Amigos sin fronteras.

El Guille es mi amigo desde hace más de veinte años, no recuerdo las circunstancias precisas en que nos conocimos, pero seguro que fué en alguna guitarreada en Reconquista, de esas a las que íbamos en bici y nadie se escandalizaba. En bici también llegaba el Guille desde Avellaneda, con la guitarra metida en una funda que, además de la guitarra, guardaba zampoñas, xikus, quenas, flautas, y cuanto aparatito musical anduviese por ahí. El Guille tenía, digamos, levante musical y nosotros lo seguíamos con lo que podíamos, que era más bien poco. Los años pasaron bastante más rápido de lo que pensábamos entonces, y también pasaron los kilómetros y los pelos en las cabezas. Yo hace por lo menos tres años que no ando en bici. El Guille escribió un mail anoche, estaba eufórico, exactamente como hace veinte años. Lo escribió desde Kenia, cuenta que su primera misión de 24 horas en territorio de Somalía fué muy exitosa.

El Guille trabaja desde hace varios años en Médicos Sin Fronteras. Con su remera blanca y su gorro arlequín de Argentina, el sol lo vió hacer sombra en Sudán, en Colombia, en toda América Central. Forma parte del puñado de voluntarios que pudieron entrar a Myanmar después del huracán, trabajó en Uganda, colaboró con las operaciones que hicieron en Argentina en el 2001 (Salta y Formosa). Es un experto en logística, domina varios idiomas, habla muy poco de su trabajo. Fue seminarista pero abandonó y ahora, cuando puede, se dedica a la pastoral femenina. Es analista de sistemas y hace poco se recibió de licenciado en filosofía, quiere hacer una maestría en no-sé-qué.

El Guille anda por el mundo ayudando a curar dolores, creo que nunca va a salir en Crónica ni lo va a entrevistar Sietecase. Entre sus bienes materiales se cuenta una librería, librería de libros, que espera poder atender alguna vez (hipótesis de la que sus amigos desconfiamos), una colección de instrumentos musicales de los pagos por donde anduvo, otra colección de fotos de carteles y las llaves de las casas de varios amigos alrededor del mundo.

Antes de salir para ésta misión, por primera vez, el Guille nos habló de la muerte. Nos dijo que si le pasa algo que no estemos tristes. Y yo espero que no le pase nada, nunca, porque así somos los amigos.

Quería empezar la semana contando esta historia del Guille, el que nunca saldrá a asustar a la gente por televisión, el que pone el cuero sin quejarse, el que no para de hacerse preguntas y menos aún de buscar respuestas. El que escribió anoche desde Kenia, y nos dejó dormir tranquilos.